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miércoles, 29 de junio de 2016

JUSTICIA E IGUALDAD




El término "feminismo" nace a finales de siglo XIX, y el término "veganismo" surge apenas cinco décadas mas tarde. Son movimientos relativamente jóvenes aunque evidencien luchas arraigadas muchos siglos antes, absolutamente revolucionarias e imprescindibles para la salud civilizatoria. Imponderables.

Sugerir que ambas luchas "están de moda" es un burdo intento de denigrar su peso social, puesto que las modas representan provisionalidad y cortoplacismo, por el contrario, el veganismo y el feminismo han venido para quedarse, que quede claro, contra todo obstáculo.

Son luchas indisolubles porque ambas dos comparten un eje: la explotacion selectiva, en este caso de hembras, sin el control de las cuales el sistema patriarcal y la masiva producción de seres vivos y su exterminio pierde poder y mecanismo de control. Las hembras de todas las especies de interés para el ser humano, son cosificadas y encadenadas a roles de producción y trabajo decididos por el patriarcado y el sistema de ganancias mundial, sustratado en la rentabilización de la vida, y no en sus cuidados y respeto. Destruir el patriarcado es un acto de exaltación del deseo de permanencia de la vida, y conlleva derribar todos sus frutos tóxicos, desde el secuestro y asesinato de hembras de cualquier especie hasta el femicidio, pasando por el capitalismo. En definitiva, todos los inventos que el patriarcado mima para seguir en el pedestal de sus privilegios.





Cuando en un discurso social humano se menciona al feminismo como una solución igualitaria para la equidistancia de las oportunidades entre mujeres y hombres, se nos olvida deliberadamente que toda igualdad debe pasar por justicia, y que en un contexto patriarcal como el que sufrimos todos los animales y el planeta, con una desigualdad viciada y codificada, la justicia debe contemplar la deuda histórica con las víctimas. Una deuda que mantenemos y acumulamos tanto con las mujeres como parte vulnerada de un sistema varón, como con los animales no humanos, por el mismo motivo.

Según algunos feminismos en el ámbito humano el pago a dicha deuda es la paridad de oportunidades, es decir, que en cualquier órgano de toma común de decisiones la mujer debe representarse en un 50 %, junto al otro 50 % masculino. Parece ecuánime, sin embargo eso sería igualdad, y no justicia. La propuesta justa sería que las mujeres obtuvieran inicialmente más porcentaje que los hombres. Ello resultaría que en un consejo de alcaldia, por ejemplo, la representación femenina debiera constituir un 70 % y la masculina un 30 %. Aunque esto pueda aparentar una desigualdad para los varones que sin duda protestarían, acostumbradas a la inmovilidad y al derecho ancestral de sus privilegios, no es sino el intento de compensar la poca representatividad en la toma de decisiones, causada por los milenios de dominación del macho. Asimismo una forma de estimular y activar el papel de las mujeres en materia de políticas y economía, de devolverlas aquello que el patriarcado les robó y que les pertenece. De empoderarlas, en resumen. Las subvenciones a la iniciativa empresarial de la mujer debieran comprender el mismo ratio porcentual, incrementándose la formacion y el apoyo económico a iniciativas femeninas, en el 70-30 antes mencionado, con objeto de independendizar a la mujer de la custodia masculina. O, en el caso de las parejas heterosexuales, incentivar que su unión o separación no se hallen condicionadas por factores económicos, sino emocionales, o por los intereses personales de cada una.

En el caso de los animales no humanos, la deuda es mucho más profunda y drástica, por eso su liberación del patriarcado capitalista al que son sometidos en un sistema de produccion y exterminio visiblemente invasivo, dominante y machista, debe compensarse no solo con la prohibición inmediata de la explotación e instrumentalización de animales no humanos, sino con la cesión de grandes extensiones de terrenos originalmente robados a sus legítimos propietarios: la vida salvaje. Una vida a la cual nuestra presión demográfica y el afán de lucro del patriarcapitalismo ha confinado -en un proceso cada vez más acelerado y depredador-, a diminutos reductos cada vez más amenazados por la avaricia, siendo ésta una de las principales causas de la extinción de especies, a razón de decenas de miles anualmente.

La dieta vegana es la dieta normal. Del mismo modo que no fusilar a humanas es normal, del mismo modo que no acosar a mujeres es normal, del mismo modo que no desgarrar los anos de las niñas es lo normal.... Lo anormal, lo incorrecto, -por muy popular que sea, por muy normal que parezca-, es ejecutar a inocentes en el nombre de un capricho. Pero aceptar que todas las humanas veganas son activistas por el mero hecho de mantener dicha dieta, es como afirmar que las no violadoras, por el mero hecho de no violar, actuan en favor de los derechos de la mujer y de la emancipación femenina.

El feminismo, la igualdad racial, la filosofía vegana, el respeto a todas las formas de amar, etc, son sólo posturas BÁSICAS de comportamiento social, nada más. Carecen en sí -o debieran carecer- de toda heroicidad, y del mismo modo que está prohibido en nuestro modelo de sociedad el matar niñas, también debiera estar prohibido matar animales de otras especies. La no participación en las vulneraciones no supone un gran triunfo civilizatorio, repito, sino un modo normal y lógico de vivir; es decir, dejando vivir, es decir, encaminándonos al ideal de sociedades sin víctimas.
Carne es crimen, cualquier explotacion animal debe ser erradicada del marco legal inmediatamente. El fin de la explotacion animal va a llevar consigo muchos cambios en el perfil multicultural del mundo; tribus como las massai, esquimales, o tuareg, que han basado su cultura totalmente en la explotación y ejecución de personas no humanas, van a cambiar sus costumbres o a desaparecer. La pobreza de millones de humanas encuentra alivio en la explotacion de otras especies, incluso en la explotacion de humanas y en el placer de comer sabrosa carne ajena, del mismo modo que en otros entretenimientos crueles, como las fiestas populares donde no humanas, mujeres o niñas, son explotadas para divertimento burdo y criminal. Pero si no podemos aceptar la explotacion del ser humano por el ser humano, tampoco podemos aceptar el (ab)uso totalmente falto de escrúpulos, de las personas no humanas, con quienes compartimos una similitud emointelectual inmensa.

La interseccionalidad de las luchas es crucial para comprender el estatus de víctima. La reivindicación legítima de la mujer en la sociedad es la causante del veganismo que crece día a día en el mundo. La sensibilidad hacia los horribles sufrimientos de las otras especies animales en nuestras manos y su deseo urgente de detenerlos es una característica femenina, que apuesta por la vida, por el diálogo y por la justicia.










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